sábado, 30 de abril de 2016

Los perdidos (V): San Lorenzo al 1400

Fachada del edificio. En realidad, se trata de dos separados, aunque con
características similares en la parte superior.
Abajo los cambios fueron mayores en la fachada del edificio de la izquierda.
Esta foto es de fines de 2013; hasta este momento estuvieron así, mudos.
Hay sitios que te quedan grabados en la memoria, no por ser lugares de tránsito frecuente, sino justamente por lo contrario. Una o dos veces has pasado por ahí y algo te marcó, te influenció, y te hizo un poco más como eras.

Este es el caso de la casona que hasta hace unos días estaba en San Lorenzo al 1400, frente a uno de los hoteles más icónicos de Rosario. Mientras escribo esto, la están demoliendo.

Hace tiempo la habían vallado, y de nuevo pensé que tal vez la reciclarían. pero no, ya no queda la parte de arriba. Y es una pena, sobre todo porque nunca llegué a fotografiarla como me hubiera gustado.

Hace tiempo, mucho mucho tiempo, frecuentábamos con amigos esta zona los fines de semana. No éramos criaturas muy nocturnas; bueno, mis amigos un poco más que yo, pero yo definitivamente nunca fui un gran bebedor ni un gran frecuentador de bares y boliches. Pero una vez los acompañé a un bar muy particular que existió en este lugar. Uno que se llamaba Bela Lugosi.

No recuerdo nada, pero nada del interior. A diferencia del ya mencionado Galiffi, el cual frecuentamos bastante, de esa única noche solo recuerdo oscuridad; creo que el lugar era mucho más amplio y eso contribuye al olvido.

¿Qué lo hizo tan especial? La transgresión, claro está. Recordemos que esto fue hace muchos años, unos veinte o poco menos. Si bien no éramos técnicamente adolescentes, apenas acabábamos de terminar el secundario. Y en ese momento, ciertas cuestiones ahora más aceptadas no eran tan habituales. Bela Lugosi, así como me lo pintaron, era un sitio para freaks. Un sitio donde iban personas "poco convencionales": gays y lesbianas, personas muy tatuadas o con piercings, cosas así. Nosotros, que poco teníamos que hacer ahí porque no éramos ninguna de todas esas cosas, siempre nos habíamos sentido algo rechazados, outsiders, porque no bebíamos en exceso, ni nos gustaba el fútbol, ni un montón de otras cosas que se suponían "normales". O sea que, siendo anormales, sentíamos el deseo de juntarnos con otros anormales. Aunque sus diferencias fueran diferentes a las nuestras.

Como dije, fui una sola vez, y no recuerdo lo que pasó, porque no pasó nada fuera de lo común. Supongo que solamente tomamos algo y ahí quedó todo. Pero el recuerdo de esa noche en un "antro" fue muy particular, creo que porque fue un primer paso en algo prohibido.

Nunca más volví, aunque creo que algunos de mis amigos si lo hicieron. Poco después, si no recuerdo mal, el lugar cerró, y nunca más volvió a abrir sus puertas. Por casi dos décadas lo vi languidecer de la misma manera. Hasta ahora.

No puedo decir mucho más. Los dejo con algunas detalles de las fachadas, cortesía de GSV, que por lo menos rescata algo del pasado.

Detalle de los arcos de puertas y ventanas, así como de los
balcones del edificio de la derecha, ya deteriorados.
Detalle de los otros balcones, con un estilo más art-decó, geométrico.

Detalles de las ventanas y las molduras.

Las paredes y molduras, deterioradas, se me asemejan a un templo antiguo.

Las dos fachadas superiores, que son similares pero tienen sus diferencias.
por lo que interpreto, el edificio azul era más antiguo, más academicista;
el otro era más ecléctico, como en transición hacia el art decó.





Así se nos va otro :(

viernes, 22 de abril de 2016

Bar Luna: doble patrimonio, una tragedia y un cruce del destino

Cómo da vueltas la vida, ¿no?

Hace tiempo tomé estas fotos. Creo que son más, y están por ahí dando vuelta; cada tanto las confundo y todavía no tengo un sistema de clasificación firme. Muchas fotos van quedando en carpetas, amontonadas unas con otras, sin más relación que el día en que fueron sacadas. En fin...

Iba con mi novia uno de esos días, hace ya muchos meses, caminando por la zona de la Costanera, con la cámara de fotos. De pronto tomamos por Tucumán, subiendo la pendiente que tiene esa calle que muere en el río. Y vimos esto.

Un edificio con un globo terráqueo en la fachada.

Pues sí, ahí está la foto. La dirección es Tucumán 971.

Tiempo después (¿o fue antes?) me invitaron, creo, a un cumpleaños de alguien. Como en muchos casos, olvidé los datos; mi vida es un rejunte de olvidos tontos, de no prestar atención a ciertos detalles. Creo que fui con un grupo de amigos, posiblemente a un cumpleaños, pero que tenía poco tiempo y no podía quedarme mucho; recuerdo haber pagado la entrada y haber recibido una cerveza de lata como consumisión. El hecho es que me invitaron a esta fiesta, que tenía lugar en el Bar Luna. Sitio que era mítico en la ciudad, pero que yo, criatura para nada nocturna, no conocía. Fue la primera y única vez que lo visité.

Al entrar me quedé impresionado por tres cosas: en primer lugar, dentro había una especie de patio sin techo. En segundo lugar, ¡había un enorme árbol dentro del edificio! En tercer lugar, había, si no mal recuerdo, una escalera que subía hacia la nada, o hacia un balcón muy bien escondido que no llegué a ver. Posiblemente, una terraza que había sido demolida, o algo así.

Pues sí, el árbol existía. Esta foto es de la página de
Facebook del bar
, que todavía está activa. Da escalofríos;
mientras la estaba mirando, cambiaron la portada, que
ahora tiene un boceto de la fachada.
Como dije, no recuerdo ni cuando fue, ni de quién fue el cumpleaños, etc. Estaba con poco tiempo; saludé, tomé algo, charlé un poco, y me fui. No sin tomar nota del lugar, y de las ganas de volver a ir. La música, siempre rock nacional, no te destruía los tímpanos y se podía conversar, a pesar de la cantidad de personas. Lamentablemente no tomé fotos, porque no tenía con qué hacerlo, y tampoco recordé demasiado los detalles ya mencionados.

¿Qué pasó con el Bar Luna? Pues, como cuentan estos lamentables artículos periodísticos, tuvo que cerrar debido a que no tenía suficiente público. El sitio se vendió, ¿y para qué? para demoler y construir otra cosa. Sumado al valor arquitectónico del sitio, se pierde también un lugar seminal para el rock rosarino, ya que allí tuvieron lugares conciertos de bandas locales de todo tipo (incluso tocó la Bersuit, cuando estaba empezando).

Bueno, pasó el tiempo y recién, recién ahora, algunos concejales se acuerdan de que hay una ordenanza que impide demoler edificios de antes de 1953, y que el edificio en donde estaba asentado este mítico bar era uno de ellos.

Creo que no puedo decir mucho más al respecto, salvo que todo esto me enferma un poco. Casi todos los días veo demolerse edificios de antes de esa fecha, y nadie hace nada.

Cuando me enteré de la demolición, traté de conseguir fotos. Lamentablemente, Google Street View no pasó por esa cuadra; no sé por qué, pero en su mapa está en blanco, por lo que parecían no existir registros de nada de lo que ahí está o estuvo.

Y sin embargo, al buscar y buscar por el mapa virtual, me pregunté, ¿no estuve yo ahí antes? ¿No tengo fotos de esa cuadra?

La foto de la nota anterior de La Capital es escalofriante.




La de abajo es mía. El parecido, el ángulo, el encuadre... me dio escalofríos. Había estado ahí. Y de pronto los dos recuerdos eran uno, y de pronto ya no existían.

El edificio con el globo terráqueo era el bar Luna. Y yo como si nada. Lamentablemente, no podía prever su destino en agosto del 2013, cuando saqué estas fotografías.



Por lo menos, no tengo que poner esta entrada dentro del grupo de "los perdidos". Estuve ahí, pude documentar aunque sea ALGO. Veré si puedo encontrar más fotos, pero mucho me temo que no habría más. Creo que son las únicas que saqué, porque más allá del globo terráqueo, poco me interesó el edificio por fuera, a pesar de que por dentro era muy curioso. Además, recuerdo que estábamos paseando y recorrimos muchas cuadras; no nos concentramos en todo lo que vimos.

En estos últimos años la Municipalidad ha hecho cualquier cosa con los permisos de construcción y demolición. Han causado un daño irreparable, y este sitio no es más que otra víctima. Esperemos que con las denuncias algo cambie y se cuide más lo poco que queda.

El edificio con los extraños "portales" en la terraza, vecino a este que ya no existe, es un bonus a esta entrada. El extraño contraste que los dos planteaban, uno más academicista, el otro más art decó o ecléctico, fue parte del encanto de sacarles fotos.

Como se puede ver, la calle está en pendiente, por lo que las fotos costaron un poco, sumado a que era de tarde y el sol hacía de las suyas con la iluminación.

No tengo mucho más para decir. Que haya ido a un edificio antiguo de cuya fachada no tomé nota mental es poco común. Que justo GSV no haya pasado por esa única cuadra es curioso; que justo yo haya pasado, unos meses antes (GSV hizo sus primeras pasadas por Rosario en diciembre de 2013) y haya inmortalizado un edificio al que fui pero no identifiqué, y del que ahora quedan pocos registros, resulta una triple coincidencia algo espeluznante. Como si yo estuviera destinado, sin saberlo, a ser parte del drama, a documentarlo, a verlo desde un sitio muy especial.

Buceando en los registros de fotos que se subieron a su página de Facebook, encuentro alguna más que documenta el árbol dentro del edificio, aunque sin verlo en todo su esplendor:



También, una valiosísima foto de la fachada, posiblemente de la noche de cierre o unos días antes. Como puede verse, la pintaron de rojo después de que yo saqué mi foto; en las fotos de GSV se ve, de costado y de lejos, el edificio como una mancha roja.


¿Donde habrá ido ese globo terráqueo? Ojalá alguien lo conserve y lo valore. Tal como comenta alguien en esta foto, Rosario perdió aquí dos patrimonios: el intangible, de un bar que hizo época, y el tangible, el de un edificio hermoso que pudo ser mejor aprovechado.

Como cierre, dejo esta ilustración que alguien colgó en la página de FB del bar. Como comenté antes, mientras la navegaba para esta entrada, cambiaron la portada y pusieron esta imagen. Es del 31 de mayo de 2015, días antes de la demolición. No está el globo, como si ya se hubiera ido volando a alguna parte.