martes, 25 de agosto de 2015

Vergüenza en Santa Fe e Italia

La veo igual desde hace ya varios meses. Me sorprendió la demolición, y me alarmó mucho. Tal vez me tranquilicé al ver que era solamente parcial: buscaban ahuecar el edificio, conservando la fachada, imponente y hermosa.

Es un edificio emblemático del centro de Rosario, aunque no conozco su nombre. Es uno de esos hermosos monstruos que campan por ahí, y que uno disfruta hasta que, justamente, algo les pasa. Una de esas postales silenciosas, poco conocidas pero imprescindibles.

Así lo recuerda Google Street View en su momento de gloria.

Por Italia.

Desde la esquina, hacia Santa Fe.

Por Santa Fe.

Como digo, temí que lo voltearan, y me tranquilicé cuando vi que no sería así. Al menos lo externo quedará, pensé, y deseé que no le pusieran más pisos, ni lo reciclaran demasiado, porque he visto, últimamente, cada engendro innombrable...

Pero después nada pasó. Sigue ahí, apuntalado y medio muerto, como un hueso dispuesto a ser roído por la desidia y el tiempo.

La obra ni siquiera tiene habilitación. Ni un sobre cartel de nada. Solamente las mortajas anuncian una semimuerte que en cualquier momento puede hacerse total. Han venido lluvias y fuertes vientos; ¿cuánto soportarán los apuntalamientos, y la tierra de los cimientos que fue retirada? Es un doble peligro: cultural, porque se puede perder, y físico, porque puede dañar a alguien.

Por eso la vergüenza es doble. En pleno centro de la ciudad, yace una obra sin habilitación, sin permiso de demolición o construcción, sin una faja de clausura, sin nada. En pleno centro de la ciudad, una bomba de tiempo, y para colmo, un edificio que sufre: un pasado que puede perderse.

Es el tipo de cosas que a veces no entiendo.






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