sábado, 28 de junio de 2014

Santa Fe y Maipú

Restos del tiempo pasado existen por todo Rosario. Algunos, sin embargo, son más llamativos que otros.

Este es el caso de este fragmento de calle Maipú, metros antes de su intersección con Santa Fe.

En gran parte de Rosario, décadas atrás, las calles de adoquines eran comunes. Con el tiempo, algunas los perdieron, ya fuera por refacciones, por roturas para reparar caños, o simplemente porque el asfalto los tapó definitivamente.

En muchos lugares, esto se debió a que los adoquines molestan a algunos automovilistas, los obligan a reducir la velocidad, crean resonancia molesta al circular, etc. Si se anda en moto, son lugares poco recomendables, nada cómodos.

Esto hace que existan muchas calles en donde el trabajo de asfaltado, al no ser muy bueno, se haya perdido en parte, o en donde se haya asfaltado solamente sobre una parte de la calle. Algunas vías se han hundido en parte, y ha sido necesario retirar el adoquinado para reemplazar la tierra hundida, colocándose luego asfalto. Estas calles tienen, entonces, una característica particular: son en parte de adoquines, en parte de asfalto.

Pero como decimos, este caso es especialmente particular. Como podemos ver, se ha conservado parte del tramo de vía de un tranvía. Pero de nuevo, esto no es poco común. Lo realmente extraño es la limpieza con que el asfalto rodea una sección precisa de adoquines.

Con una longitud aproximada de un metro, y el ancho exacto de una vía de tranvía, este "parche" parece haber sido olvidado por la cuadrilla de asfaltado. Casi pareciera como si algo hubiera estado allí previniendo su pérdida. La precisión con que este fragmento del pasado se salvó es tan maravillosa como misteriosa. Como hemos mencionado, el trabajo de asfaltado a su alrededor es perfecto: no existe un desnivel muy marcado, ni hacia arriba ni hacia abajo, ni tampoco el asfalto se ha chorreado o salpicado sobre los adoquines.

Es uno de esos milagros misteriosos que hacen tan única a Rosario.

sábado, 21 de junio de 2014

Una calle de fuerte pero efímera presencia

Hace tiempo comenté en otro de mis blogs la lamentable, pero de alguna manera esperanzadora, historia de la ciudad checoslovaca de Lídice, arrasada por los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Uno de los carteles indicadores del nombre de la calle,
que se extiende por una cuadra y fracción.
Comentaba entonces que el hecho me tocaba de cerca, porque en Rosario había una calle que, muy probablemente, fue bautizada con ese nombre en esa época, como parte de la campaña mundial para evitar que el nombre fuera borrado. Pero no hablé mucho del tema, y ahora toca profundizarlo un poco.

La calle Lídice funciona como límite del breve, brevísimo, Barrio Inglés, que ocupa exactamente dos manzanas. El barrio fue construido para albergar a los trabajadores de los ferrocarriles, cerca de uno de los nudos ferroviarios más grandes de Rosario y al lado del edificio principal de la empresa, y es una joya desconocida para muchos rosarinos. Otro día, con más tiempo, le dedicaremos una entrada como se merece.

Pero volvamos a hablar de Lídice. Sin duda es una de las calles más cortas de Rosario, no sólo porque apenas recorre una cuadra edificada, sino porque, para colmo, esa cuadra es breve. Aunque también tenemos que tener en cuenta un dato curioso: según el plano catastral de Rosario, la pequeña curva que recorre antes de reunirse con la calle Central Argentino, aunque no registra ningún lote, edificación o numeración, también es parte de la calle. Así se le suma un poquito más.

Parte del recorrido de la calle, en una sola foto. La curva entre el parque
y el pequeño cantero central es la fracción que se suma.
De hecho, la calle es tan corta que es necesario hacer el mayor nivel de zoom en el mapa para podeer verle el nombre. Yo por un tiempo no la podía encontrar. En Google Maps, ni siquiera aparece. Y aunque tenemos mejor suerte en el mapa catastral de la Municipalidad de Rosario, en donde el nombre aparece luego de un par de zooms, no sé por qué no aparece todo el recorrido de la calle: sólo está marcado lo que está numerado y edificado. Sin embargo, el nombre de la calle aparece en la capa de fotos aéreas que puede superponerse al mapa catastral.


La falta de señalización en el mapa catastral me hizo confundir hasta a mí, que conozco la zona, y por un tiempo pensé que la calle terminaba con los edificios. Pero no, sigue, hasta morir en la doble traza de la avenida Monsfeld.

Pero antes de ver eso, acerquémonos más y veamos más de cerca el recorrido de esta calle tan particular.

Otra toma de la cuadra, esta vez sobre el parte Scalabrini Ortiz.
Es la única cuadra edificada de la calle.

El segundo cartel indicador de la calle. La pintada deportiva es sencilla
de explicar: la calle está en las antípodas barriales del lugar de nacimiento
del club Rosario Central. Para decirlo de otra manera, a dos cuadras
se fundó el club.

Desde la esquina anterior. A lo lejos puede verse parte del Shopping
Alto Rosario, construido dentro de viejos edificios de ferrocarril.

La curva sobre el cantero, y un portón de la empresa Nuevo Central
Argentino. La calle que recorre esas cuadras no podría llamarse de otra
manera: Central Argentino.


Como ya dijimos, esto es todo lo edificado. El resto de la calle discurre entre dos zonas del parque Scalabrini Ortíz, sin edificaciones a los lados. De hecho, no hay nada de relevancia, ni siquiera un banco roto o un par de cascotes. Sólo pasto, un par de columnas, algunos árboles y los cordones.

A lo lejos, el límite de la calle Lídice. A la derecha, su confluencia
con C. M. Ávila, otra calle poco común en un barrio nada común.

La senda peatonal marca el límite. No más calle Lídice.

Lídice y C. M. Ávila, desde otro ángulo.
Así que eso es todo. Además de deberles una entrada sobre el Barrio Inglés, tengo que reconocer que les debo dos entradas adicionales, una para cada una de las otras "calles pequeñas" que lo demarcan. A ver cuando me puedo dar otra vuelta por ese lugar tan mágico como breve.

sábado, 14 de junio de 2014

Casa autodemolida por 3 de Febrero

La construcción de un gran edificio en esa cuadra dejó huérfano a este inmueble, que se tambalea desde hace ya muchos meses, casi años. Cada tanto paso por ahí, pero, ¿cuánto tiempo más lo soportará? No sé por qué no fue comprado por la empresa constructora, o porqué está en este estado, ya que supongo que hubiera sido más rentable para ellos añadir este lote y agrandar el edificio.

Mientras tanto, está allí, mudo, como esperando irse.




sábado, 7 de junio de 2014

El misterio de los autos desguazados

Pocos son los misterios que se manifiestan continuamente en el mismo lugar. La mayoría son efímeros; quedan en la mente y en el recuerdo, pero no pasan de allí. Aunque no se resuelvan, generalmente desaparecen y no sabemos más de ellos.

Diferente es el caso de lo que sucede en República Dominicana y Gorriti, desde hace años, décadas. En esa esquina algún vecino, anónimo para mí, desarma regularmente automóviles. Algo no muy común (aunque conozco algún que otro desarmadero/taller mecánico que trabaja sobre la vereda). Sin embargo, aquí todo destaca por la limpieza y el cuidado del proceso, así como por su lentitud. Y sobre todo, porque los únicos autos que se desarman son Citroën Ami 8.

A veces uno, a veces dos, a veces hasta tres, estos automóviles, frecuentes en las calles argentinas de los 80s y los 90s, terminan sus días silenciosamente bajo el sol de esa esquina. Cada vez que paso por allí los encuentro, apenas un poco menos enteros, hasta que desaparecen y son reemplazados por otros.

El misterio es doble. Por un lado, ¿por qué sólo los Ami 8? En segundo lugar, ¿para qué el desguace? Vale aclarar que no recuerdo haberlos visto nunca con el motor dentro. Son simples carrocerías, casi siempre sin asientos y a veces con ruedas faltantes. Además, no se trata de un vehículo clásico o famoso, como pueden ser los Ford Falcon o los Torino. No veo a nadie pagando pequeñas fortunas por piezas de este tipo para restaurar un vehículo que si bien fue exitoso en su época, no es un clásico ni un vehículo emblemático.

Así que el misterio continúa. A pesar de que se los dejó de fabricar hace ya casi dos décadas y media, los silenciosos Ami 8 de República Dominicana y Gorriti siguen yendo a morir en este cementerio, en la esquina soleada de un barrio callado y silencioso.

domingo, 1 de junio de 2014

De autos clásicos

A pesar de no saber nada de arquitectura, me encanta apreciar lo bello de las estructuras y edificios, sobre todo las que cuentan ya con muchos años. De la misma manera, aunque sé poco de automóviles, siempre me interesaron mucho los clásicos, y en general, tanto los modelos de lujo o de carreras como los antiguos.

Cada tanto encuentro en Rosario alguna joyita perdida: algún deportivo de los 60s, descapotable y ultrabajo, o algún sedán de los 30, restaurado hasta la última tuerca. Incluso hay en la ciudad modelos Ford de los 20s. Lamentablemente no siempre tengo a mano una cámara, y no siempre llevo a sacar a tiempo el celular, para inmortalizarlos.

Hace ya varios meses, me topé por la zona de la Terminal de ómnibus con este modelo que no conocía. Estaba estacionado, con un cartel de venta y datos telefónicos. Así permaneció por muchos días, siendo una incógnita para mí.

Cuando finalmente pude sacarle una foto, mi padre, que del tema sabe, me dijo que se trataba de uno de los primeros modelos de Ford Taunus.

En Argentina, el nombre Taunus está asociado a un vehículo mucho más moderno, nada que ver con este, y por eso me sorprendió un poco. Pero en otra foto que pude tomar, se puede ver claramente la marca.

Luego de un tiempo lo vi por la zona, siendo manejado por una persona, y ya sin el cartel de venta. Luego, nunca más lo volví a ver, por lo que interpreto que fue comprado por alguien que no vive allí.
Espero que alguien que aprecie la historia y un buen auto lo haya rescatado del desguace y del abandono, y que tenga un futuro de mucho cuidado, tal como el que tenía cuando me lo encontré.

Pero como conté antes, no ha sido el único caso. Ni el último. Hace unos días, vagando, por diversos motivos, por alguna parte de Avenida Francia, me topé con un precioso Siam Di Tella 1500. En la época de su auge, muchos eran taxis, debido a que eran confiables, baratos y fáciles de mantener. Aunque no estaba en condiciones prístinas, estaba entero y bastante bien cuidado, así que me alegró verlo, descubrirlo de esa manera tan casual.

Los dejo con él, y espero que también les agrade la vista. Hasta la próxima entrada.